Testimonio
Mira yo cuando empecé a cantar, pero vamos, a mi no me enseñó ninguno, lo que pasa es que a mi me gustó la música, con motivo de 14 años aprendí a cantar con don Alfonso Tegoma, había uno que que era muy buen guitarrero Lazaro Sapo, Chano Machucho, en esa época habían unas parrandas muy buenas. Después me escuchó cantar don Antonio Mulato el guitarrero de aquí de Tres Zapotes que era lo máximo también y la vida pa mi fue bonita en la forma de que donde quiera que llegaba yo a mi me llamaban: !oye Machucho ven queremos cantar contigo!, lo que yo tengo grabado son versos sabidos y también tengo muchos versos de los míos, vamos los que yo inventé.
De lo que mi pecho brote
cuando me pongo a versar
nunca me gusta el mitote
soy amigo a todo dar
soy nativo de Tres Zapotes
criado en este lugar
La gente me quiere mucho
cuando me pongo a versar
yo nunca cargo serrucho
cuando salgo a trabajar
por mi padre soy Machucho
y por mi madre Salazar
Hablar de Felix Machucho es hablar de una forma de nombrar el mundo que se hace entonando, en ese modo que tenemos por estos rumbos al hablar, como si todo lo dijéramos en verso, aquí se nos da la poesía sin que sepamos bien que es eso, esa poesía que vive en la naturaleza, en los ríos, en los cañaverales, en las milpas, en los vientos, en el sol que nace entre los cerros y la lluvia que lo viene refrescar todo, desde niños, pues! vivimos inmersos en este mundo en el que se canta sobre lo que vivimos así nomás por puro gusto.
La música de jarana tiene por lo menos dos siglos acompañando a nuestros pueblos, construyendo un espacio común en que el que no hay arriba, ni abajo, en el que todas y todos nos encontramos en la madera del cariño y la comunidad. La música y el verso nos han dado la posibilidad de expresar nuestro sentir y de documentar en coplas el pasar de los tiempos, por eso tienen tanto sentido para nosotros personas como Machucho, porque no son solamente los cantadores en las fiestas, si no son los guardianes de la historia y los valores que los de antes dejaron para nosotros.
Hubo tiempo en el que por estos rumbos la palabra era escuchada y aunque pocos y pocas sabían escribir, había el habito de no olvidarla, se apreciaba y transmitía, por eso habían muchos como Machucho, de aquellos a los que se les daba aprender versos, y para esto no tenían que saber leer pues en aquellas épocas había muchas personas que portaban este saber y nomás había que acercarse a la tarima a escuchar. Antes no se cantaba y se tocaba, había quien cantaba y quien tocaba respectivamente, el cantador era una persona respetada por su comunidad y cada pueblo tenia el suyo, aunque a veces había más de uno en el mismo lugar. Cuando se encontraban los cantadores de otros pueblos era entonces cuando la “diversión” (nombre que le daban a la fiesta de tarima) se ponía buena, ahí al calor del huapango, era cuando median su memoria y entonación, se dialogaba en verso, se desarrollaban temas y había muchas códigos para cantar: Al consonante, de relación, de argumento, picones, entre otras, pero siempre se buscaba cantar el mejor verso, el más bonito, no se buscaba insultar como en los tiempos de ahora, cuando esto pasaba era porque alguno sentía que perdía la batalla y se quería propasar, entonces también habían versos para estos asuntos y cuando los ánimos se calentaban la cosa terminaba mal ya fuera en golpes o machetazos.
Este disco nos deja escuchar de cerquita la sonoridad de la voz de Machucho, también nos brinda la posibilidad de apreciar su forma inigualable de entonar el verso, es un documento sonoro invaluable por su poesía, cabe resaltar que muchos de los versos que escuchamos son del cancionero popular de la Región de Los Tuxtlas, pero también existen versos que son de su autoría.
-Joel Cruz Castellanos